Gatos y Perros: si, es posible que convivan juntos

Como hacer que tus perros (que persiguen gatos) convivan bien con el nuevo miembro de la familia.

Hay centenares de animales abandonados esperando encontrar un hogar, este artículo pretende ayudarte a dar el paso de adoptar a un gato aunque tengas perro(s).

A mediados del mes de noviembre de 2015 mi amiga Marina me envió una foto de una gatita que ella y su hija habían encontrado abandonada en un garaje, en este exacto instante la reconocí: había encontrado a mi gata.

Por aquel entonces tener un gato en una casa con 3 perros – dos de ellos que siempre perseguían a los gatos – podría parecer misión imposible, pero, para mí lo imposible está ahí solo hasta que pruebes lo contrario, así que decidí hacerlo posible.

¿Qué sabía yo de gatos? Nada, y eso me animaba a aprender y descubrir este nuevo camino, así que mientras las chicas de la asociación Help3A cuidaban a la gatita con contacté con Laura Trillo de Terapia Felina para hacer un curso básico de comportamiento de gatos y también me ayudó mi gran amiga la Dra. Susana Morillas, especialista en gatos.

Tenemos dos niñas, una bebé y otra de 2 años y medio, así que decidimos enseñarle a estar con estos pequeños felinos visitando amigos que tenían gatos y también enseñando videos que nos llegaban desde la asociación, poco tiempo después ella también estaba preparada para recibir a la nueva miembro de la familia.

El lugar seguro

Antes de la llegada de la gatita, preparé un lugar seguro con todo aquello que ella necesitaría: un sitio para descansar, algunos juguetes, un tronco dónde rascar, recipientes adecuados para alimentación y aseo.

Su lugar seguro era una habitación donde nadie (excepto mi marido y yo) iba entrar, ahí estaría hasta que estuviera preparada para seguir con la adaptación al resto de la casa y sobre todo del resto de la familia.

No forzarla a salir: respetar su ritmo

Una vez trajeron a NORWAY no la forzamos a salir de sus escondites a saludarnos o a dejarse tocar, simplemente nos sentábamos en la habitación y muy pronto ya la teníamos encima ronroneando… era como si ya nos conociéramos.

Una vez muy adaptada a nosotros – unos pocos días – empezamos a intercambiar objetos: cosas de la gata a los perros para que la olieran y al revés (también lo hicimos desde el principio con ropitas de las niñas).

Presentación del perro más tranquilo

En casa tenemos 3 perros, la más tranquila es LISA, por ello ha sido la primera en conocer a Norway: con la puerta del sitio seguro entreabierta, Lisa atada al lado de fuera conmigo, mientras le echaba chuches por el suelo para que ella viera a la gatita como algo positivo y al principio quise evitar contactos visuales, así que nada mejor que mantener su hocico en el suelo.

Repetimos esta operación un par de días, y decidimos hacer el mismo ejercicio pero con la puerta bastante más abierta dejando que la perrita entrase en la habitación. Todo siguió su ritmo y entramos con la perrita en brazos. Perfecto, Norway y Lisa parecían estar tranquilas y tener curiosidad la una por la otra así que lo siguiente ya fue dejarlas sueltas en el salón.

Explorar el hogar en ausencia de los perros

Mientras los perros grandes estaban fuera dejábamos a la gata conocer y dejar sus feromonas por toda la casa, la estábamos preparando para empezar la etapa que más me preocupaba, los perros grandes – no por ser grandes – pero por ser adultos que llevaban años persiguiendo gatos.

Una vez Lisa y la gata ya andaban como si nada por toda la casa, empecé la presentación de los grandes: Pedro y Brownie.

Cada perro por separado

Los primeros días – casi la primera semana – cada perro por separado. La gata estaba suelta por todo el salón (que es grande y tiene muebles donde subirse) y cada perro venía atado, con una correa un poco larga, y les dejaba atados durante algún tiempo para que se conocieran.

Muchos premios…

Evidentemente al principio aparecieron todo tipo de premios, que no han querido, ningún tipo chuche (la tensión era muy alta). Pero da igual, seguí dejándoles juntos, pero a su bola, y era la gata quien se acercaba si quería porque al final ellos iban atados.

Una vez dejaron de ladrar o erizar el pelo, ya más tranquilos, decidí que deberían estar atados los dos juntos, porque esa sería la realidad, y así, poco a poco fue la gata quien se animaba a acercarse y los perros veían que la nueva invitada venía para quedarse.

Este es el periodo más largo de la habituación, no sabes si estarás así semanas o meses, en nuestro caso han sido casi dos meses.

Un puerta se seguridad

Tenemos la ventaja de tener una puerta de seguridad en la escalera por nuestras niñas, así que al cabo de un mes y pico, cuando ya les veía mejor con la gata, la dejaba suelta arriba a un lado de la valla y ellos se quedaban al otro, pero ya completamente sueltos.

Empecé a dejar alguno con la correa larga suelta y no tuvimos incidentes, era más curiosidad y juego que otra cosa (creo).

Lo deciden ellos

De repente, un día la gata solita se pasó por la puerta de seguridad mientras los dos perros estaban ahí mirándola fijamente, y tan tranquilamente se bajó la escalera.

A nosotros casi nos da algo, yo no me lo creía, de hecho me puse tan nerviosa que me fui a otra habitación porque no quería trasmitir el nerviosismo a los animales, y asi, fue ella quien decidió que ya era hora de dar a todos un voto de confianza, y a partir de ese dia, unos 2 meses después de su llegada, los perros que perseguían a los gatos adoptaron a una nueva hermana.

Bienvenida, Norway.

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